lunes, 3 de marzo de 2014

Incombustibles Motorhead: "Aftershock", por el poder de Lemmy!

El poder de Lemmy

El poder de Lemmy , y esas cosas. Porque no sé titular los posts. Porque pierdo de vista muchas cosas, por mi forofismo musical. Por muchas otras cosas que no pienso mentar. Ni falta que hace. Y además aviso que voy a utilizar un lenguaje informal, soez y grosero. Lo requiere el artículo y porque el espíritu del rock'n roll lo invade todo. Iba a decir también que me excusaran por adelantado, pero a quien no le guste que le den. Hablando en plata. El que no entienda de qué hablo, que se ponga este último disco de los ingleses. El que no entienda, que empiece a escuchar algo rockero con pedigrí fuera del domingueo musical que está tan en boga últimamente

Qué narices, toda nueva publicación del trío debería ser noticia por doquier y alegrarnos el día. Aquí están Motorhead, incendiando las ondas de nuevo. Porque llevan haciéndolo durante unos cuantos puñados de años. Y no bajan el listón. Su propuesta atemporal siempre tiene los ingredientes justos de rock abrasivo, directo a la yugular. Siguen quemando como lo hace el primer trago de bourbon de la noche.

Esa voz atropellada parece por momentos rota de manera forzada, y es que el maestro ya tiene muchos kilómetros de brega, andanzas y alcohol. Dicen que ha tenido algun que otro amago de yuyu momentaneo, pero sabemos de sobra que a la mínima que pueda se armará con su bajo en ristre, levantará el cuello de nuevo apuntando a su micro vintage y nos esputará de nuevo sus versos descarnados.


 Son incombustibles, y tienen una fórmula imperecedera que lejos de no moverse ni un centimetro de la autenticidad innata que siguen supurando, vuelven a disparar de manera indiscriminada en todas direcciones. Ellos lo tienen, y no se cortan ni un pelo, no piensan desfallecer como sí hacen muchos que vuelven por la puta pasta, o que intentan recordar sus propios maravillosos años de gloria que no van a volver.

Lejos de todo ello, su música vuelve a sonar musculosa, lacerante, ardiente, sigue raspando como encendidas reyertas de bar tabernero perdido en medio de carreteras innombrables de algun lugar ignoto de la ruta 66. Ese olor del suelo empapado en sudores varios, restos de cubatas, trofeos mohosos y pequeñas porciones de ADN inidentificables. Ese olor de barra, que al levantarnos al día siguiente identificamos resacosos como algo lejano mientras abrimos con problemas la persiana de la habitación de un motel a media asta. Mientras alzando la vista vemos la silueta de la enésima chica de curvas pronunciadas, cuyo nombre no volveremos a recordar nunca jamás una vez volvamos a armarnos con las camperas para volver a salir a la carretera, hacia nuestro siguiente destino etílico en algun bar de carretera impregnado de aromas a cerveza barata, vapores corporales varios,  y en busca de nuevos episodios que olvidar en la letanía de la próxima resaca reincidente.

Aquí tira de rock despellejado en "Heartbreaker", cabalgando a traves de su "Coup de grace" sin inmutarse, hacia el blues de carretera "Lost woman blues". Y no falta de nada, porque en "End of time" empuña su bajo cual sierra eléctrica a punto de rebanarnos los sesos en plan Walking Dead. Aporreando el bajo y rebentando los timpanos del personal a base de ritmos exaustos de adrenalina, un puñetazo detrás de otro, con los huevos encima de la barra y con una sonrisa burlona asomando por detras de un dedo corazón incansable.

No hay disco desaprovechado, no hay ni un segundo de descanso. Ni el mejor chute de speed bañado en Jack Daniels tendrá nunca el mismo poder. Será por eso que sigue gustando por igual a hipsters pijales de capital, a los indies  gafopasteros sosopedantes habituales del RDL, punkies urbanos sin remisión o consumidores habituales del nuevo rock moderniki teñido de tendencia revistera.




Si quereis rock and roll de verdad, dejaos de meteros en berenjenales mainstream para domingueros que no pasarán de carnaza para puretas llevados por aquello de querer parecer rockero por un rato haciendo cola para comprar las entradas para el siguiente bolo de AC/DC sin saberse nada más que los cuatro hits de turno. Abstenganse oyentes que se conformen con meterse en los shows multimedia de los Muse o que vayan al concierto de los Black Keys por que dicen que son el grupo del momento, y les toca ir para intentar ser modernos por un día. Y porque es tendencia.

Porque llegarán los Motorhead y nos endosarán una patada en los huevos que nos dejarán con la cara de tontos, una vez más.

Rock and roll a borbotones, afilado como clavos, demoliendo a velocidades de choque imposibles. Porque el día que queramos rebentar la mierda de circunstancias que nos rodean tirando los muebles por la ventana y mandemos a la mierda al cabrón cretino que está hecho nuestro jefe y su multitud de pelotas calzonazos lameculos, la banda sonora volverá a ser Motorhead.



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